como resolver los problemas de la contaminación viviendo en ciudades 3

El aire ácido que respiramos en las grandes ciudades produce irritación y sequedad en la nariz, aceleración de las caries en la boca (en medio ácido los microorganismos digieren más rápido los restos de alimentos y se multiplican con más rapidez), la caída de pelo, el acné (hiper-reacción de la piel ante partículas metálicas), dolores de cabeza, migrañas...

Una forma de anular y dar un respiro a nuestras mucosas bucales y nasales, es darse enjuagues de agua con bicarbonato.
Ducharse y lavarse la cabeza a la tarde-noche nada más volver a casa de la calle conservará tu pelo y piel sanas.
Pasar un plumero atrapa polvo, aspirar y fregar todos los días el suelo de casa ayuda bastante.
Tener una fachada caliza (mojada absorbe y neutraliza el ácido del aire) debería ser obligatorio en las ciudades donde se quema gasoil (ya lo es en París o Jerusalén).



Pero además el aire lleva partículas finas en suspensión que en realidad son metales tóxicos de la quema de gasóleo por coches y calefacciones. ¿No has sentido nunca la boca pastosa con sabor metálico?. ¿No te pones peor (mareos, dolor de cabeza, asma) cuando hay viento que levanta el polvillo de tu calle? Enjuagarse y escupir el agua+bicarbonato cada mañana, limpiarse las fosas nasales (cuidado que el agua esté desinfectada para evitar una meningitis amebiana, ya sea clorada, ya sea hervirla una hora antes como hacen en la India).
Aún así seguirás acumulando estas partículas en el interior del cuerpo, que se apartan al tejido adiposo (grasas) para que afecte lo menos posible a los órganos vitales. Es normal que al hacer mucho ejercicio y adelgazar, haya un periodo de malestar, acabar de hacer footing y sentir mareos y nauseas, incluso vomitar, es normal, la grasas movilizadas han liberado todas las toxinas al torrente sanguíneo y nos sentimos envenenados (el cerebro o hígado se ven muy afectados).
Ir a hacer trek unos días a la montaña suele ser la mejor forma de detoxificar el cuerpo: beber agua pura, respirar aire puro, comer vegetales y animales de la montaña, adelgazar y sentirse verdaderamente mejor.

Incluso una liposucción de grasas llenas de toxinas parece no ser (amén del horror y daño que produce una operación invasiva más los riesgos a infecciones) una mala idea...

Comemos pesticidas, bebemos cloro (que sustituye al calcio haciendo los huesos más frágiles), respiramos ácidos, y por todas las vías nos entran exceso de metales pesados... Somos lo que consumimos: somos un saco de grasas aislando tóxicos, con aversión a cualquier tipo de deporte que nos produce daño y envenenamiento.

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